I. Alegría que se renueva
y se
comunica
& 4. Los libros del Antiguo
Testamento habían preanunciado la alegría de la salvación, que se volvería
desbordante en los tiempos mesiánicos.
4 El profeta Isaías
§ se dirige al Mesías esperado saludándolo con
regocijo: «Tú
multiplicaste la alegría, acrecentaste el gozo» (9,2).
§ Y anima a los habitantes de Sión a recibirlo
entre cantos: «¡Dad
gritos de gozo y de júbilo!» (12,6).
§ A quien ya lo ha visto en el horizonte, el
profeta lo invita a convertirse en mensajero para los demás: «Súbete a un
alto monte, alegre mensajero para Sión; clama con voz poderosa, alegre
mensajero para Jerusalén» (40,9).
§ La creación entera participa de esta alegría
de la salvación: «¡Aclamad, cielos, y exulta, tierra! ¡Prorrumpid, montes, en cantos de
alegría! Porque el Señor ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha
compadecido» (49,13).
4 Zacarías,
viendo el día del Señor, invita a dar vítores al Rey que llega
ü
«pobre y montado en un borrico»: «¡Exulta sin
freno, Sión, grita de alegría, Jerusalén, que viene a ti tu Rey, justo y
victorioso!» (9,9).
4 Pero
quizás la invitación más contagiosa sea la del profeta Sofonías, quien nos muestra al mismo Dios como un centro
luminoso de fiesta y de alegría que quiere comunicar a su pueblo ese gozo
salvífico. Me llena de vida releer este texto:
o
«Tu Dios está en medio de ti, poderoso salvador. Él exulta
de gozo por ti, te renueva con su amor, y baila por ti con gritos de júbilo»
(3,17).
4 Sirácide o
Eclesiástico: Es la alegría que se vive en medio de las pequeñas
cosas de la vida cotidiana, como respuesta a la afectuosa invitación de nuestro
Padre Dios: «Hijo, en la medida de tus posibilidades trátate bien […] No te prives
de pasar un buen día» (Si 14,11.14). ¡Cuánta ternura paterna se intuye detrás de estas
palabras!
& 5.
El
Evangelio, donde deslumbra
gloriosa la Cruz de Cristo, invita insistentemente a la alegría.
4 Bastan algunos
ejemplos:
] «Alégrate» es el saludo del ángel a María
(Lc 1,28).
] La visita de María a Isabel hace que Juan
salte de alegría en el seno de su madre (cf. Lc 1,41).
] En su canto María proclama: «Mi espíritu se
estremece de alegría en Dios, mi salvador» (Lc 1,47).
] Cuando Jesús comienza su ministerio, Juan
exclama: «Ésta
es mi alegría, que ha llegado a su plenitud» (Jn 3,29).
] Jesús mismo «se llenó de alegría en el
Espíritu
Santo» (Lc 10,21).
] Su mensaje es fuente de gozo: «Os he dicho
estas cosas para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría sea plena»
(Jn 15,11).
] Nuestra alegría cristiana bebe de la fuente
de su corazón rebosante. Él promete a los discípulos: «Estaréis tristes, pero vuestra
tristeza se convertirá en alegría» (Jn 16,20). E
insiste: «Volveré
a veros y se alegrará vuestro corazón, y nadie os podrá quitar vuestra alegría»
(Jn 16,22).
] Después ellos, al verlo resucitado, «se
alegraron» (Jn 20,20).
4 El libro de los
Hechos de los Apóstoles cuenta
que en
M la primera comunidad
«tomaban el alimento con alegría» (2,46).
M Por
donde los discípulos pasaban, había «una gran alegría» (8,8),
M y
ellos, en medio de la persecución, «se llenaban de gozo» (13,52).
M Un
eunuco, apenas bautizado, «siguió gozoso su camino» (8,39),
M y
el carcelero «se
alegró con toda su familia por haber creído en Dios» (16,34).
¿Por qué no entrar también
nosotros en ese río de alegría?
|
& 6. Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua.
4 Pero
reconozco que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y
circunstancias de la vida, a veces muy duras. Se adapta y se transforma, y
siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal
de ser infinitamente amado, más allá de todo.
4 Comprendo
a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen
que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience
a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las
peores angustias:
4 (Lm 3,17.21-23.26).«Me encuentro lejos de
la paz, he olvidado la dicha […] Pero algo traigo a la memoria, algo que me
hace esperar. Que el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su
ternura. Mañana tras mañana se renuevan. ¡Grande es su fidelidad! […] Bueno es
esperar en silencio la salvación del Señor»
& 7. La tentación aparece
frecuentemente bajo forma de excusas y reclamos, como si debieran darse
innumerables condiciones para que sea posible la alegría.
4 Esto suele suceder porque «la sociedad
tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero encuentra muy
difícil engendrar la alegría»[2].
4 Puedo
decir que los gozos más bellos y espontáneos que he visto en mis años de vida
son los de personas muy pobres
que tienen poco a qué aferrarse.
4 También
recuerdo la genuina alegría de aquellos que, aun en medio de grandes compromisos profesionales, han sabido conservar
un corazón creyente, desprendido y sencillo.
4 De maneras
variadas, esas alegrías
§ beben en la fuente del amor
siempre más grande de Dios que se nos manifestó en Jesucristo.
4 No
me cansaré de repetir aquellas palabras
de Benedicto XVI que nos llevan al centro
del Evangelio: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva»[3]. Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 1: AAS 98 (2006), 217.
de Benedicto XVI que nos llevan al centro
del Evangelio: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva»[3]. Carta enc. Deus caritas est (25 diciembre 2005), 1: AAS 98 (2006), 217.
& 8. Sólo gracias a
ese encuentro —o reencuentro— con el amor de Dios, que se
convierte en feliz amistad, somos rescatados de
S nuestra conciencia aislada y de
la
autorreferencialidad.
autorreferencialidad.
S Llegamos
a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a
Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más
verdadero.
S Allí está el manantial de la
acción evangelizadora. Porque, si alguien ha acogido
ese amor que le devuelve el sentido de la vida,
¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?
|
II. La dulce y confortadora alegría de evangelizar
& 9. El bien siempre
tiende a comunicarse.
N Toda
experiencia auténtica de verdad y de belleza busca por
sí misma su expansión, y cualquier persona que viva una profunda liberación
adquiere mayor sensibilidad ante las necesidades de los demás.
N Comunicándolo, el bien se arraiga
y se desarrolla. Por eso, quien quiera vivir con dignidad y
plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien. No
deberían asombrarnos entonces algunas expresiones de san Pablo: «El amor de
Cristo nos apremia» (2 Co 5,14); «¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio!» (1
Co 9,16).
& 10. La propuesta es
vivir en un nivel superior, pero no con menor intensidad:
N «La vida se acrecienta
dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más
disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan
en la misión de comunicar vida a los demás»[4]. Documento de Aparecida (29 junio
2007), 360.
N Cuando
la Iglesia convoca a la tarea
evangelizadora, no hace más que indicar a los cristianos el verdadero
dinamismo de la realización personal: «Aquí descubrimos otra ley profunda de la realidad:
que la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los
otros. Eso es en definitiva la misión»[5].
N Por
consiguiente, un evangelizador no debería tener permanentemente cara de
funeral. Recobremos y acrecentemos el fervor, «la dulce y confortadora alegría de
evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas […] Y ojalá el mundo
actual —que busca a veces con angustia, a veces con esperanza— pueda así
recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados,
impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida
irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría
de Cristo»[6]. Pablo
VI, Exhort. ap. Evangelii nuntiandi (8 diciembre 1975), 75.
Una eterna novedad
N 11. Un anuncio
renovado ofrece a los creyentes, también a los tibios o no practicantes,
una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora.
N En
realidad, su centro y esencia es siempre el mismo: el Dios que manifestó su
amor inmenso en Cristo muerto y resucitado. Él hace a sus fieles siempre
nuevos; aunque sean ancianos, «les renovará el vigor, subirán con alas como de águila, correrán
sin fatigarse y andarán sin cansarse» (Is 40,31). Cristo es
el «Evangelio
eterno» (Ap 14,6), y es «el mismo ayer y hoy y para siempre» (Hb 13,8), pero
su riqueza y su hermosura son inagotables. Él es siempre joven y fuente
constante de novedad.
N La Iglesia no deja de asombrarse por «la profundidad de la
riqueza, de la sabiduría y del conocimiento de Dios» (Rm 11,33).
N Decía
san
Juan de la Cruz: «Esta espesura de sabiduría y ciencia de
Dios es tan profunda e inmensa, que, aunque más el alma sepa de ella, siempre
puede entrar más adentro»[7]. O bien, como afirmaba san
Ireneo: «[Cristo], en su venida, ha traído consigo toda novedad»[8]. Él
siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad y,
aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta
cristiana nunca envejece.
N Jesucristo
también puede romper los esquemas aburridos en los
cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad
divina. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura
original del Evangelio, brotan
§
nuevos caminos,
§
métodos creativos,
§
otras formas de expresión,
§
signos más elocuentes,
§
palabras cargadas de renovado significado
para el mundo actual.
§
En realidad, toda auténtica acción
evangelizadora es siempre «nueva».
& 12. Si bien esta misión nos reclama una entrega generosa, sería un error entenderla como una
heroica tarea personal, ya que la obra es ante todo de
Él, más allá de lo que podamos descubrir y entender. Jesús es «el primero y el
más grande evangelizador»[9]. Pablo VI, Exhort. ap. Evangelii
nuntiandi 9.
N En
cualquier forma de evangelización el primado es siempre de Dios, que quiso
llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza de su Espíritu. La
verdadera novedad es la que Dios mismo misteriosamente quiere producir, la que
Él inspira, la que Él provoca, la que Él orienta y acompaña de mil maneras.
N En
toda la vida de la Iglesia debe manifestarse siempre que la iniciativa es de Dios, que «Él nos amó primero» (1Jn 4,19) y
que «es Dios quien hace crecer» (1Cor 3,7).
N Esta
convicción nos permite conservar la alegría en medio de una tarea tan exigente
y desafiante que toma nuestra vida por entero. Nos pide todo, pero al mismo
tiempo nos ofrece todo.
& 13. Tampoco deberíamos entender la
novedad de esta misión como un desarraigo, como un
olvido de la historia viva que nos acoge y nos lanza hacia adelante. La
memoria es una dimensión de nuestra fe que podríamos llamar «deuteronómica»,
en analogía con la memoria de Israel.
N Jesús
nos deja la Eucaristía como memoria cotidiana de la Iglesia, que nos introduce
cada vez más en la Pascua (cf. Lc 22,19). La
alegría evangelizadora siempre brilla sobre el trasfondo de la memoria
agradecida: es una gracia que necesitamos pedir.
N Los
Apóstoles jamás olvidaron el momento en que Jesús les tocó el corazón: «Era alrededor de
las cuatro de la tarde» (Jn 1,39). Junto con Jesús, la memoria
nos hace presente «una verdadera nube de testigos» (Hb 12,1).
N Entre
ellos, se destacan algunas personas que incidieron de manera especial para
hacer brotar nuestro gozo creyente: «Acordaos de aquellos dirigentes que os anunciaron la Palabra de
Dios» (Hb 13,7). A veces se trata de personas sencillas y
cercanas que nos iniciaron en la vida de la fe: «Tengo presente la
sinceridad de tu fe, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice» (2Tm
1,5). El creyente es fundamentalmente «memorioso».
III. La nueva evangelización para la transmisión de la fe
& 14.
7 al 28 de octubre de 2012 se celebró la XIII Asamblea General Ordinaria del
Sínodo de los Obispos sobre el tema
La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana.
m Allí se recordó que la nueva evangelización convoca a todos y se realiza fundamentalmente en tres ámbitos[10].
1. el
ámbito de la pastoral ordinaria,
-
«animada por el fuego del Espíritu, para encender los corazones de
los fieles que regularmente frecuentan la comunidad y que se reúnen en el día
del Señor para nutrirse de su Palabra y del Pan de vida eterna»[11].
-
También se incluyen en este
ámbito los fieles que conservan una fe católica intensa y sincera, expresándola
de diversas maneras, aunque no
participen frecuentemente del culto.
-
Esta pastoral se orienta al
crecimiento de los creyentes, de manera que respondan cada vez mejor y con toda
su vida al amor de Dios.
2. recordemos el
ámbito de «las personas bautizadas que no viven las exigencias del
Bautismo»[12],
] no
tienen una pertenencia cordial a la Iglesia y ya no experimentan el consuelo de
la fe. La Iglesia, como madre siempre atenta, se empeña para que vivan una
conversión que les devuelva la alegría de la fe y el deseo de comprometerse con
el Evangelio.
3. El Ambito la proclamación del Evangelio a quienes no conocen a
Jesucristo o siempre lo han rechazado.
-
Muchos de ellos buscan a Dios
secretamente, movidos por la nostalgia de su rostro, aun en países de antigua
tradición cristiana.
-
Todos tienen el derecho de
recibir el Evangelio.
-
Los cristianos tienen el deber de
anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino
como quien
Ω
comparte
una alegría,
Ω
señala
un horizonte bello,
Ω
ofrece
un banquete deseable.
-
La Iglesia no crece por
proselitismo sino «por atracción»[13].
-
15. Juan Pablo II
- nos invitó a reconocer que «es necesario mantener viva la solicitud por
el anuncio» a los que están alejados de Cristo, «porque ésta es la tarea primordial
de la Iglesia»[14].
- La actividad misionera «representa aún hoy día el mayor
desafío para la Iglesia»[15] y «la causa misionera debe ser la primera»[16].
¿Qué sucedería si nos tomáramos
realmente en serio esas palabras?
|
-
Simplemente reconoceríamos que la
salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia.
-
En esta línea, los Obispos
latinoamericanos afirmaron que
ya «no podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros
templos»[17] y que hace falta pasar «de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente
misionera»[18].
-
Esta tarea sigue siendo la fuente
de las mayores alegrías para la Iglesia: «Habrá más gozo en el cielo por un solo pecador que se convierta,
que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse» (Lc 15,7).
& Propuesta y límites
de esta Exhortación
, 16.
Acepté con gusto el pedido de los Padres sinodales de redactar esta
Exhortación[19]. Al hacerlo, recojo la riqueza de los trabajos del Sínodo.
También he consultado a diversas personas, y procuro además expresar las
preocupaciones que me mueven en este momento concreto de la obra evangelizadora
de la Iglesia.
, Son
innumerables los temas relacionados con la evangelización en el mundo actual
que podrían desarrollarse aquí. Pero he renunciado a tratar detenidamente esas
múltiples cuestiones que deben ser objeto de estudio y cuidadosa
profundización.
, Tampoco
creo que deba esperarse del magisterio papal una palabra definitiva o completa
sobre todas las cuestiones que afectan a la Iglesia y al mundo.
, No
es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales en el
discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios.
En este sentido, percibo la necesidad de avanzar en una saludable «descentralización».
, 17.
Aquí he optado por proponer algunas líneas que puedan alentar y orientar en
toda la Iglesia una nueva etapa evangelizadora, llena de fervor y dinamismo.
, Dentro
de ese marco, y en base a la doctrina de la Constitución dogmática Lumen
gentium, decidí, entre otros temas, detenerme largamente en las siguientes
cuestiones:
a)
La reforma de la Iglesia en
salida misionera.
b) Las
tentaciones de los agentes pastorales.
c)
La Iglesia entendida como la
totalidad del Pueblo de Dios que evangeliza.
d) La
homilía y su preparación.
e)
La inclusión social de los
pobres.
f)
La paz y el diálogo social.
g) Las
motivaciones espirituales para la tarea misionera.
& 18. Me extendí en
esos temas con un desarrollo que quizá podrá pareceros excesivo.
o Pero
no lo hice con la intención de ofrecer un tratado, sino sólo para mostrar la
importante incidencia práctica de esos asuntos en la tarea actual de la
Iglesia.
o Todos
ellos ayudan a perfilar un determinado estilo evangelizador que invito a asumir
en cualquier actividad que se realice.
o Y
así, de esta manera, podamos acoger, en medio de nuestro compromiso diario, la
exhortación de la Palabra de Dios: «Alegraos siempre en el Señor. Os lo repito,
¡alegraos!» (Flp 4,4).