CAPÍTULO PRIMERO
LA TRANSFORMACIÓN
MISIONERA DE LA IGLESIA
MISIONERA DE LA IGLESIA
4 19.
La evangelización obedece al mandato misionero de Jesús:
«Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar
todo lo que os he mandado» (Mt 28,19-20).
4 En
estos versículos se presenta el momento en el cual el Resucitado envía a los
suyos a predicar el Evangelio en todo tiempo y por todas partes, de manera que
la fe en Él se difunda en cada rincón de la tierra.
I. Una Iglesia en salida
N 20.
En la Palabra de Dios aparece permanentemente este dinamismo de «salida» que
Dios quiere provocar en los creyentes.
N Abraham aceptó el llamado a salir hacia una tierra nueva (cf. Gn 12,1-3).
N Abraham aceptó el llamado a salir hacia una tierra nueva (cf. Gn 12,1-3).
N Moisés
escuchó el llamado de Dios: «Ve, yo te envío» (Ex 3,10), e hizo salir al
pueblo hacia la tierra de la promesa (cf. Ex 3,17).
N A
Jeremías le dijo: «Adondequiera que yo te envíe
irás» (Jr 1,7).
N Hoy, en este «id» de Jesús, están
presentes los escenarios y los desafíos siempre nuevos de la misión
evangelizadora de la Iglesia, y todos
somos llamados a esta nueva «salida» misionera.
N Cada
cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que
el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de
la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las
periferias que necesitan la luz del Evangelio.
N 21.
La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es
una alegría misionera.
§ La
experimentan los setenta y dos discípulos, que regresan de la misión llenos de
gozo (cf. Lc 10,17).
§ La
vive Jesús, que se estremece de gozo en el Espíritu Santo y alaba al Padre
porque su revelación alcanza a los pobres y pequeñitos (cf. Lc 10,21).
§ La
sienten llenos de admiración los primeros que se convierten al escuchar
predicar a los Apóstoles «cada uno en su propia lengua» (Hch 2,6) en Pentecostés.
N Esa
alegría es un signo de que el Evangelio ha sido anunciado y está dando fruto.
Pero siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del
caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá. El Señor dice: «Vayamos a otra parte, a predicar también en las
poblaciones vecinas, porque para eso he salido» (Mc 1,38).
N Cuando
está sembrada la semilla en un lugar, ya no se detiene para explicar mejor o
para hacer más signos allí, sino que el Espíritu lo mueve a salir hacia otros
pueblos.
N 22. La Palabra tiene en sí una
potencialidad que no podemos predecir.
El
Evangelio habla de una semilla que, una vez sembrada, crece por sí sola también
cuando el agricultor duerme (cf. Mc 4,26-29).
N La
Iglesia debe aceptar esa libertad
inaferrable de la Palabra, que es eficaz a su manera, y de formas muy
diversas que suelen superar nuestras previsiones y romper nuestros esquemas.
N 23.
La intimidad de la Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante, y la comunión
«esencialmente se configura como comunión misionera».[20] [Juan Pablo II, Exhort. ap. postsinodal Christifideles laici (30
diciembre 1988), (1989), 451.
N Fiel
al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el
Evangelio a todos, en todos los
lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo.
N La
alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie.
o
Así se
lo anuncia el ángel a los pastores de Belén: «No
temáis, porque os traigo una Buena Noticia, una gran alegría para todo el
pueblo» (Lc 2,10).
o
El
Apocalipsis se refiere a «una Buena
Noticia, la eterna, la que él debía anunciar a los habitantes de la tierra, a
toda nación, familia, lengua y pueblo» (Ap 14,6).
Primerear, involucrarse,
acompañar, fructificar y festejar
6 24.
La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que
acompañan, que fructifican y festejan.
6 «Primerear»:
o sepan disculpar este neologismo. La comunidad
evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en
el amor (cf. 1
Jn 4,10);
o y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin
miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los
caminos para invitar a los excluidos.
6 «involucrarse»
o Vive
un deseo inagotable de brindar
misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del
Padre y su fuerza difusiva.
o ¡Atrevámonos
un poco más a primerear! Como consecuencia, la Iglesia sabe «involucrarse». Jesús lavó los pies a sus discípulos. El Señor se
involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los demás para
lavarlos. Pero luego dice a los discípulos: «Seréis
felices si hacéis esto» (Jn 13,17).
o La
comunidad evangelizadora se mete con
obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se
abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo
en el pueblo. Los evangelizadores tienen así «olor a oveja» y
éstas escuchan su voz.
6 «acompañar»
o Luego, la comunidad evangelizadora se dispone a
«acompañar».
o Acompaña a la
humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean.
o Sabe de
esperas largas y de aguante apostólico.
o La evangelización tiene
mucho de paciencia, y evita maltratar límites. Fiel al don del Señor, también sabe
6«fructificar».
6«fructificar».
o La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos, porque
el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la paz por la cizaña.
o El
sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene
reacciones quejosas ni alarmistas.
o Encuentra la manera de que la Palabra se
encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en
apariencia sean imperfectos o inacabados.
o El
discípulo sabe dar la vida entera y jugarla hasta el martirio como testimonio
de Jesucristo, pero su sueño no es
llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y manifieste su
potencia liberadora y renovadora.
6 «festejar»
o Por
último, la
comunidad evangelizadora gozosa siempre sabe «festejar». Celebra y festeja cada pequeña victoria, cada
paso adelante en la evangelización.
o La evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia en
medio de la exigencia diaria de extender el bien.
o La Iglesia evangeliza y se
evangeliza a sí misma con la belleza de la liturgia, la cual también es
celebración de la actividad evangelizadora y fuente de un renovado impulso
donativo.
II. Pastoral en conversión
® 25.
No ignoro que hoy los documentos no despiertan el mismo interés que en otras
épocas, y son rápidamente olvidados. No obstante, destaco que lo que trataré de
expresar aquí tiene un sentido programático y consecuencias importantes.
® Espero
que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en
el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas
como están. Ya no nos sirve una «simple
administración»[21]. Constituyámonos
en todas las regiones de la tierra en un «estado
permanente de misión»[22].
-
V
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de
Aparecida (29 junio 2007), 201.
® 26. Pablo VI
invitó a ampliar el llamado a la renovación, para expresar con fuerza que no se
dirige sólo a los individuos aislados, sino a la Iglesia entera.
Recordemos
este memorable texto que no ha perdido su fuerza interpelante:
ü «La Iglesia debe profundizar en la conciencia de sí misma, debe
meditar sobre el misterio que le es propio […] De esta iluminada y operante
conciencia brota un espontáneo deseo de comparar la imagen ideal de la Iglesia
—tal como Cristo la vio, la quiso y la amó como Esposa suya santa e inmaculada
(cf. Ef 5,27)— y el rostro real que hoy la Iglesia presenta […] Brota, por lo
tanto, un anhelo generoso y casi impaciente de renovación, es decir, de
enmienda de los defectos que denuncia y refleja la conciencia, a modo de examen
interior, frente al espejo del modelo que Cristo nos dejó de sí»[23].
-
Pablo
VI, Carta enc. Ecclesiam suam (6 agosto 1964), 3: AAS 56 (1964), 611-612.
® El
Concilio Vaticano II presentó la conversión eclesial como la apertura a una
permanente reforma de sí por fidelidad a Jesucristo:
«Toda
la renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad
a su vocación […] Cristo llama a la Iglesia peregrinante hacia una perenne
reforma, de la que la Iglesia misma, en cuanto institución humana y terrena,
tiene siempre necesidad»[24].
-
Conc. Ecum. Vat. II, Decreto
Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo, 6.[25]
® Hay estructuras eclesiales que
pueden llegar a condicionar un dinamismo
evangelizador; igualmente las buenas estructuras sirven cuando hay una vida que las anima, las sostiene y las juzga.
® Sin
vida nueva y auténtico espíritu evangélico, sin «fidelidad de la Iglesia a la
propia vocación», cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo.
Una impostergable
renovación eclesial
& 27.
Sueño con una opción misionera
capaz de transformarlo todo, para que
S las costumbres,
S los estilos,
S los horarios,
S el lenguaje y
S toda estructura eclesial
& se
convierta en un cauce adecuado para
la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación.
& La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este
sentido:
§ procurar que todas ellas se vuelvan más
misioneras, que la pastoral ordinaria
en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud
de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes
Jesús convoca a su amistad.
§ Como decía Juan Pablo II a los Obispos de
Oceanía, «toda renovación en el seno de la Iglesia
debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de
introversión eclesial»[25].
& 28. La parroquia no es una estructura caduca;
precisamente porque tiene una gran plasticidad, puede tomar formas muy
diversas que requieren la docilidad y la creatividad misionera del Pastor y
de la comunidad.
M Aunque ciertamente no es la única
institución evangelizadora, si es capaz de reformarse y adaptarse
continuamente, seguirá siendo «la misma Iglesia
que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas»[26].
M Esto supone que realmente esté en contacto
con los hogares y con la vida del pueblo, y no se convierta en una prolija
estructura separada de la gente o en un grupo de selectos que se miran a sí
mismos.
M La
parroquia es presencia
eclesial en el territorio, ámbito de la escucha de la Palabra, del crecimiento
de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la
adoración y la celebración[27].
M A través de todas sus actividades, la parroquia alienta y forma a sus
miembros para que sean agentes de evangelización[28].
M Es comunidad de comunidades, santuario donde
los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío
misionero.
M Pero tenemos que reconocer que el llamado a
la revisión y renovación de las parroquias todavía no ha dado suficientes
frutos en orden a que estén todavía más cerca de la gente, que sean ámbitos de
viva comunión y participación, y se orienten completamente a la misión.
& 29. Las demás instituciones eclesiales,
· comunidades
de base y pequeñas
comunidades,
· movimientos
y
· otras
formas de asociación,
& son
una riqueza de la Iglesia que el Espíritu suscita para evangelizar todos los
ambientes y sectores.
ü Muchas veces aportan un nuevo fervor
evangelizador y una capacidad de diálogo con el mundo que renuevan a la
Iglesia. Pero es muy sano que no pierdan el contacto con esa realidad tan rica
de la parroquia del lugar, y que se integren gustosamente en la pastoral
orgánica de la Iglesia particular [29].
ü Esta integración evitará que se queden sólo
con una parte del Evangelio y de la Iglesia, o que se conviertan en nómadas sin
raíces.
& 30. Cada Iglesia particular,
·
porción
de la Iglesia católica bajo la guía de su obispo, también está llamada a la
conversión misionera.
·
Ella es
el sujeto primario de la evangelización[30], ya que es la manifestación
concreta de la única Iglesia en un lugar del mundo, y en ella «verdaderamente
está y obra la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y
Apostólica»[31].
·
Es la
Iglesia encarnada en un espacio determinado, provista de todos los medios de
salvación dados por Cristo, pero con un rostro local.
·
Su
alegría de comunicar a Jesucristo se
expresa
-
tanto en su preocupación por
anunciarlo en otros lugares más necesitados
-
como en una salida constante
hacia las periferias de su propio territorio o hacia los nuevos ámbitos
socioculturales[32].
& Procura
estar siempre allí donde hace más falta la luz y la vida del Resucitado[33].
& En
orden a que este impulso misionero sea cada vez más intenso, generoso y
fecundo, exhorto también a cada Iglesia particular a entrar en un proceso
decidido de discernimiento,
purificación y reforma.
& 31. El obispo
o siempre debe fomentar la comunión misionera
en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades
cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch
4,32).
o Para eso, a veces estará delante para
indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará
simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en
ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre
todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos.
o En su misión de fomentar una comunión
dinámica, abierta y misionera, tendrá que alentar y procurar la maduración de
los mecanismos de participación que propone el Código de Derecho Canónico[34] y
otras formas de diálogo pastoral, con el deseo de escuchar a todos y no sólo a
algunos que le acaricien los oídos.
o Pero el objetivo de estos procesos
participativos no será principalmente la organización eclesial, sino el sueño
misionero de llegar a todos.
& 32. PAPA:
& Dado
que estoy llamado a vivir lo que pido a los demás, también debo pensar en una
conversión del papado. Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las
sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más
fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la
evangelización.
& El Papa Juan Pablo II
pidió que se le ayudara a encontrar «una forma del ejercicio del primado que,
sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una
situación nueva»[35]. Hemos avanzado poco en ese sentido.
& la Iglesia universal
También
el papado y las estructuras centrales de la Iglesia universal necesitan
escuchar el llamado a una conversión pastoral.
& El Concilio Vaticano II expresó
que, de modo análogo a las antiguas Iglesias patriarcales,
las Conferencias episcopales
pueden «desarrollar una obra múltiple y fecunda, a fin de que el
afecto colegial tenga una aplicación concreta»[36].
S Pero este deseo no se realizó plenamente,
por cuanto todavía no se ha explicitado suficientemente un estatuto de las
Conferencias episcopales que las conciba como sujetos de atribuciones
concretas, incluyendo también alguna auténtica autoridad doctrinal[37].
S Una excesiva centralización, más que ayudar,
complica la vida de la Iglesia y su dinámica misionera.
& 33. La pastoral en
clave de misión
o pretende
abandonar el cómodo criterio pastoral del «siempre se ha hecho así».
o Invito
a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar
de las propias comunidades.
- los objetivos,
- las estructuras,
- el estilo y
- los métodos evangelizadores
de las propias comunidades.
o Una
postulación de los fines sin una adecuada búsqueda comunitaria de los medios
para alcanzarlos está condenada a convertirse en mera fantasía.
o Exhorto
a todos a aplicar con generosidad y valentía las orientaciones de este
documento, sin prohibiciones ni miedos.
o Lo
importante es no caminar solos, contar siempre con los hermanos y especialmente
con la guía de los obispos, en un sabio y realista discernimiento pastoral.
III. Desde el corazón
del Evangelio
m 34.
Si pretendemos poner todo en clave
misionera, esto también vale para el
modo de comunicar el mensaje.
m En
el mundo de hoy, con la velocidad de las comunicaciones y la selección
interesada de contenidos que realizan los medios, el mensaje que anunciamos
corre más que nunca el riesgo de aparecer mutilado y reducido a algunos de sus
aspectos secundarios.
m De
ahí que algunas cuestiones que forman parte de la enseñanza moral de la
Iglesia queden fuera del contexto que les da sentido.
m El
problema mayor se produce cuando el mensaje que anunciamos aparece entonces
identificado con esos aspectos secundarios que, sin dejar de ser importantes,
por sí solos no manifiestan el corazón del mensaje de Jesucristo.
m Entonces
conviene ser realistas y no dar por supuesto que nuestros interlocutores
conocen el trasfondo completo de lo
que decimos o que pueden conectar
nuestro discurso con el núcleo esencial del Evangelio que le otorga sentido,
hermosura y atractivo.
m 35. Una pastoral en
clave misionera
m no se obsesiona
por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia.
m Cuando
se asume un objetivo pastoral y un estilo misionero, que realmente llegue a
todos sin excepciones ni exclusiones,
el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más
grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario.
m La
propuesta se simplifica, sin perder por ello profundidad y verdad, y así se
vuelve más contundente y radiante.
m 36.
Todas las verdades reveladas proceden de la misma fuente divina y son creídas
con la misma fe, pero algunas de
ellas son más importantes por expresar más directamente el corazón del
Evangelio.
m En
este núcleo fundamental lo que resplandece es la belleza del amor salvífico de
Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado.
m En
este sentido, el Concilio Vaticano II
explicó que «hay un orden o “jerarquía” en las verdades
en la doctrina católica, por ser diversa su conexión con el fundamento de la fe
cristiana»[38]. Esto vale tanto para los dogmas de fe como para
el conjunto de las enseñanzas de la Iglesia, e incluso para la enseñanza moral.
m 37. Santo Tomás de Aquino
enseñaba que en el mensaje moral
de la Iglesia también hay una
jerarquía, en las virtudes y en los actos que de ellas proceden[39].
Allí lo que cuenta es ante todo «la fe que se
hace activa por la caridad» (Ga 5,6).
m Las
obras de amor al prójimo son la manifestación externa más perfecta de la gracia
interior del Espíritu: «La principalidad
de la ley nueva está en la gracia del Espíritu Santo, que se manifiesta en la
fe que obra por el amor»[40]. Por
ello explica que, en cuanto al obrar exterior, la misericordia es la
mayor de todas las virtudes: «En sí misma la
misericordia es la más grande de las virtudes, ya que a ella pertenece volcarse
en otros y, más aún, socorrer sus deficiencias. Esto es peculiar del superior,
y por eso se tiene como propio de Dios tener misericordia, en la cual
resplandece su omnipotencia de modo máximo»[41].
m 38.
Es importante sacar las consecuencias pastorales de la enseñanza conciliar, que
recoge una antigua convicción de la Iglesia. Ante todo hay que decir que en el anuncio del Evangelio es necesario
que haya una adecuada proporción.
m Ésta
se advierte en la frecuencia con la cual se mencionan algunos temas y en los
acentos que se ponen en la predicación.
m Por ejemplo,
si un párroco a lo largo de un año litúrgico habla diez veces sobre la
templanza y sólo dos o tres veces sobre la caridad o la justicia, se produce
una desproporción donde las que se ensombrecen son precisamente aquellas
virtudes que deberían estar más presentes en la predicación y en la catequesis.
m Lo
mismo sucede cuando se habla más de la ley que de la gracia, más de la Iglesia
que de Jesucristo, más del Papa que de la Palabra de Dios.
m 39. Así como la organicidad entre
las virtudes impide excluir alguna de ellas del ideal cristiano, ninguna verdad
es negada.
m No
hay que mutilar la integralidad del mensaje del Evangelio.
m Es
más, cada verdad se comprende mejor si se la pone en relación con la armoniosa
totalidad del mensaje cristiano, y en ese contexto todas las verdades tienen su
importancia y se iluminan unas a otras.
m Cuando la predicación es fiel al
Evangelio, se manifiesta con claridad la centralidad de
algunas verdades y queda claro que la
predicación moral cristiana no es una ética estoica, es más que una
ascesis, no es una mera filosofía práctica ni un catálogo de pecados y errores.
m El Evangelio invita ante todo a
responder al Dios amante que nos salva, reconociéndolo en los demás y saliendo
de nosotros mismos para buscar el bien de todos. ¡Esa
invitación en ninguna circunstancia se debe ensombrecer! Todas las virtudes
están al servicio de esta respuesta de amor.
m Si esa invitación no brilla
con fuerza y atractivo, el edificio moral de la Iglesia corre el riesgo de
convertirse en un castillo de naipes, y allí está nuestro peor peligro. Porque
no será propiamente el Evangelio lo que se anuncie, sino algunos acentos
doctrinales o morales que proceden de determinadas opciones ideológicas.
m El
mensaje correrá el riesgo de perder su frescura y dejará de tener «olor a
Evangelio».
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