Jesús, Señor, mi Señor
Objetivo
del tema: Proclamar a Jesús, Señor del universo y Señor de cada área de la
vida.
A. —Jesús-Señor
& Jesús,
al tercer día de su ignominiosa muerte en la cruz, fue resucitado por el Poder
de Dios, y sentado a su diestra. ¡Jesús está vivo!, gritaba la Iglesia
primitiva. ¡Jesús está vivo!, era la Buena Nueva que anunciaban las comunidades
cristianas. ¡Jesús está vivo!, es el centro de la vida de la Iglesia.
& Dios
no permitió que su Hijo experimentara la corrupción, al contrario, le exaltó y
le glorificó.
m
Le
dio el Nombre que esta sobre todo nombre: Flp. 2,9.
m
Le
concedi6 todo poder en el cielo y en la tierra: Mt 28,18.
m
Lo
llenó de su Santo Espíritu: Hech 2,33.
m
Lo
constituyó Señor y Mesías: Hech 2, 36.
& La
resurrección, exaltación y glorificación de Jesús es el culmen de su obra
salvífica. Si Cristo no hubiera resucitado vana seria nuestra fe. Si Cristo no
hubiera sido glorificado vana seria nuestra predicación y nuestra esperanza.
& Sin
duda que el culmen de la glorificación es la recepción del Espíritu Santo. El
gran premio que el Padre le concedió a su Hijo en su exaltación fue una nueva y
más abundante efusión de su Santo Espíritu:
m Exaltado
por la diestra del Padre ha recibido el Espíritu Santo prometido: Hech 2,33.
& Si
durante su vida terrena siempre estuvo recibiendo Espíritu Santo, por su
gloriosa exaltación lo recibió de una manera infinita.
& Y,
con la recepción del Santo Espíritu, se le concedió la más alta investidura de
poder en el cielo y en la tierra: Fue constituido SEÑOR:
m Sepa
con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a
este Jesús...: Hech 2,36.
& SEÑOR. El título de Señor lo ha constituido:
-
como dueño absoluto de todo el
universo: del pasado, del presente y del futuro Hombres, animales y toda la
creación le están sometidos.
-
Vencedor de la Muerte y del
Maligno. Cielo, mar y tierra están bajo su poder.
-
Juez de vivos y muertos: Hech
10,42;
-
el Salvador: Hech 13,23;
-
el Jefe que lleva a la Vida: Hech
3,15;
-
el Mesías anunciado por los
profetas: Hech 3,18.
& Por
otro lado, el título del Señor (Kyrios),
que en el Antiguo Testamento era reservado exclusivamente para Dios,
al ser aplicado a Jesús, afirma de una manera muy eminente su carácter divino. ¡Jesús
es El Señor!
B. —Jesús-mi Señor
N Pero
el dominio de Jesús sobre todo el universo debe extenderse de una manera
especial y concreta sobre aquellos que creen en su Nombre; sobre cada uno de
nosotros.
N Jesús
es El Señor, pero debe llegar a ser efectivamente mi Señor, mi Rey. Esto es, quien
decida en todas las áreas de mi vida, y quien gobierne toda mi existencia. El,
quien dirija todos los deseos y apetitos, el que tome todas las
decisiones de la vida: las grandes y las pequeñas.
“Si confiesas con tu boca
que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucito de entre los
muertos serás salvo”: Rom 10,9.
N Se
trata de proclamar el Señorío de Jesús en todas las áreas de nuestra vida. Esto
de ninguna manera anula nuestra personalidad o capacidad de decisión. Todo
lo contrario. Se trata de hacer precisamente la decisión fundamental de que, en
adelante, sea Jesús quien tome todas las decisiones de la vida.
N Ahora bien, el Señorío de Jesús
es total o no es Señorío. Jesús es Señor cien por ciento o
no lo es. El no acepta el cincuenta por ciento de nosotros, ni el ochenta ni el
noventa. Ni siquiera el noventa y nueve por ciento.
N Para
que Jesús sea Señor se le tienen que rendir todas las áreas y aspectos de la
vida. Hay que abrirle todos los rincones de nuestro corazón y permitirle que,
al entrar en ellos, los inunde con su luz. Jesús
no pide mucho. Jesús lo pide todo.
N Él
no se contenta con formar parte o ser un aspecto de nuestra vida. Él quiere ser
el centro único de nuestra existencia. O todo o nada. O frio, o caliente, pero
no tibio. A los tibios los vomita de su boca: Ap. 3,15-16.
N El no admite ser sólo un adorno
decorativo en nuestra vida, sino un personaje real que vive
en nuestro corazón y gobierna efectivamente todo nuestro ser. Jesús quiere ser
verdaderamente, el Rey de nuestra existencia.
N EJEMPLO:
m Por
eso, su reinado no puede ser como el de las
monarquías constitucionales de Inglaterra, Bélgica o Suecia.
En Inglaterra,
por ejemplo, la reina Isabel II es un personaje muy importante: su imagen y su
retrato la vemos por todas partes: está en los billetes y las monedas. La
encontramos en las estampillas postales y en las oficinas de gobierno. En el
sitio más importante del Parlamento inglés, está la imagen de la reina. Tiene
un palacio, ricas joyas y su carroza es tirada por doce caballos blancos. ¡Ella
es la reina! sin embargo, ella no es la que gobierna en Inglaterra.
m La
autoridad suprema no es ella sino el Primer Ministro y el Parlamento. En el
Parlamento está la fotografía de la reina, pero no es ella quien toma las
decisiones importantes. La reina es para los desfiles, las fiestas importantes
y los aniversarios, pero no gobierna el país. Ella, ciertamente, firma los
tratados y las leyes, pero los tratados y las leyes fueron elaborados por el
Primer Ministro y el Parlamento. A ella simplemente se los dan para que los
firme.
N Hay muchos cristianos
que toman el reinado de Jesús, Rey de reyes, como el de la reina de Inglaterra.
Cada uno hace las leyes de cómo quiere vivir, hace los proyectos de su vida,
toma sus decisiones y luego nada más va a Jesús para que los apruebe y firme,
no permitiéndole que tenga parte alguna en su elaboración. Jesús es el Rey,
pero ellos son los Primeros Ministros.
N Otros se cuelgan la imagen de
Jesús en una medalla de oro con una lujosa cadena. Jesús y su
reinado es sólo algo exterior para ellos, porque quien gobierna su vida no es
el Señor, son ellos mismos. Jesús es algo sólo exterior, que forma parte de esa
vida, pero no es el centro; no es verdaderamente el Señor.
N Otros más, tienen la imagen de
Jesús en su casa, pero sólo es un simple adorno, porque quien
gobierna ese hogar y esa familia no es Jesús sino ellos mismos. El cuadro es un
adorno artístico porque Jesús no es realmente el Señor allí.
N En el comedor de una casa había
una imagen del Señor Jesús muy hermosa, enmarcada en oro y
terciopelo, iluminada con un reflector que la hacía resaltar aún más, causando
la admiración y el comentario de propios y extraños:
·
Ya tiene treinta años ese cuadro
en nuestra casa, dijo el padre de familia. El Señor Obispo lo coloco aquí.
·
Si —continuó la esposa—, pero
hace apenas dos años que el Espíritu Santo lo puso como Señor de nuestro
corazón.
N Cristiano no es el que tiene una
imagen de Jesús en su casa o en su cuello, sino el
que es una imagen de Jesús en su casa y fuera de ella. Cristiano no es el que
dice con su boca: "Señor, Señor", sino el que realmente vive haciendo
la voluntad del Padre de los cielos. Leer Mt 7,21-27.
N Si de alguna manera se pudiera
sintetizar o describir la experiencia de la Renovación Carismática y de todo
convertido al Señor, seria con las frases: "Jesús es mi Señor",
"Jesús es nuestro Señor", hechas realidad.
N La
diferencia fundamental entre un cristiano y otro que no lo es, aunque se diga
tal, es que el pagano habla, se divierte, piensa y vive según los deseos de la
carne, con los criterios mundanos y haciendo siempre su propia voluntad.
N El
cristiano, por el contrario, vive según la voluntad del Señor, regido por los
valores del Evangelio, con los criterios de Cristo y al impulso del Espíritu.
N No
basta que Jesús sea nuestro Salvador. Es necesario que llegue igualmente a ser
nuestro Señor. De otra manera queda incompleta su obra salvífica.
C. —Proclamación del Señorío
de Jesús, aquí y ahora
m Si
Jesús no es todavía realmente el Señor de toda tu existencia, hoy es el momento
en que lo puedes proclamar como tal. Este es lugar para hacerlo. Decídete a vender todas las perlas para
poder comprar la Perla preciosa. Decídete a entregarlo todo para quedarte
con Jesús. En verdad vale la pena.
m Concretamente el Señorío de Jesús consiste en que hagamos todo y
sólo lo que el quiere, como el quiere y cuando el quiere.
m ¿Pero, como nos dirá Jesús cuál
es su voluntad? Muy sencillo.
m En
cada circunstancia en que nos encontremos bastara con preguntarnos ¿cómo actuaria Jesús si estuviera en mi
lugar?
m Es
más, hay que preguntarle al mismo Jesús: ¿Comprarías
este vestido, Señor Jesús? ¿Cómo usarías tú el dinero, Señor Jesús? ¿Cómo
amarías, Jesús, a tus hermanos, amigos y enemigos?... y hacerlo tal como lo
haría Jesús.
m "Hagan
lo que él les diga": Jn 2,5; nos dijo la Mujer que realmente fue
"esclava del Señor" y en quien la Palabra de Dios se hizo carne.
m Si
confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le
resucito de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para
conseguir la justicia y con la boca se confiesa para conseguir la salvación:
Rom 10,9-10.
PROFESION DE FE
o En
seguida viene la proclamación verbal del Señorío de Jesús sobre todas las áreas
de la vida. Los que quieran rendir a Jesús todos los aspectos de su vida, van
contestando: ¡Jesús es Señor!
o De
mi familia y amistades: ¡Jesús es Señor!
o De
mi pasado, presente y futuro
o De
mis estudios o trabajo
o De
mi salud y enfermedad
o De
mi pobreza o riqueza
o De
mis amigos y conocidos
o De
mi cuerpo y de mi alma
o De
todas mis relaciones personales
o De
mi sexualidad y emotividad
o De
mi patria y mi hogar
o De
mi casa y bienes materiales
o De
mis esperanzas y temores
o De
mi vida política y social
o De
mi imaginación y memoria
o De
mi inteligencia y voluntad
o De
mis ojos y oídos, manos y pies
o De
mi manera de divertirme
o De
mi manera de comer y vestir, pensar y hablar.
PROCLAMACION DEL SENORIO DE JESUS
JESUS, yo
creo que en tu Resurrección Dios te glorificó, te llenó de Espíritu Santo y te
dio un Nombre que esta sobre todo nombre.
Doblo mis
rodillas ante ti (se arrodilla) en serial de que te reconozco como SENOR, Ml
SENOR: el dueño de toda mi vida y me rindo totalmente a ti y a tu santa
voluntad para que hagas de mi lo que tú quieras. Ya no quiero, Señor, ser yo
centro de mi vida. Toma tú la dirección de toda ella. Hazme desear y hacer lo
que tú quieres. Te entrego todo mi ser. Quiero ser tuyo, sólo tuyo y de nadie
más. Te proclamo Señor de toda mi vida; mi único Señor.
No quiero
servir ni al dinero, ni al placer, ni a ningún otro vicio o apetito que me
aparte de ti. Rindo toda mi vida a ti para siempre. Toma tú, todas las
decisiones según tu voluntad, y que yo sea, como María, un esclavo de tu
Palabra, que es la única manera de ser verdaderamente libre. Ya no quiero vivir
yo, vive tú en mí. Dame tu vida a cambio de la mía que hoy te entrego para
siempre. Sé que tú has tornado en serio mis palabras así como Yo he tornado en
serio tu llamado. Te abro completamente la puerta de mi corazón. Entra en mí y
quédate conmigo toda la vida.
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